¿Por qué Occidente?
¿Y por qué no? Las causas perdidas son tan dignas o más que las de un "caballo ganador".
Cuando los traidores asoman la cabeza, o más tímidamente, la patita por debajo de la puerta, ¿quién se va a preocupar de los enemigos, si ya están dentro? Y en Europa están situados desde los mercados, a los palacios.
Por eso, para derrotarlos, a los enemigos de dentro como a los de fuera, hace falta juventud, pero no necesariamente de edad; porque la juventud que se precisa para reconstruir Occidente en sus valores y raíces, es juventud espiritual. Aquí no nos valen esmirriados viejos de veinte años que hagan la mitad que los jóvenes que peinan canas.
Mientras Europa espera a sus nuevos-viejos valedores, no hay un Zeus que, como blanco toro se lleve a su princesa a lomos hasta la isla de Creta.
"Europa, sé tú misma".
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